Podemos utilizar términos médicos para diagnosticar al paciente. Torrelavega languidece, todavía respira pero con mucha dificultad. Necesita, sin duda alguna, un revulsivo inmediato para dar la vuelta a tan agónica situación. El paciente no puede seguir deambulando como un zombi que se desangra por todas partes.
Nuestros políticos locales todavía no han dado muestras de vida más allá de las réplicas del día a día por temas generalmente de menor interés. Siguen subidos a una rueda de la que no parecen saber -o querer- bajarse. Sin aportar soluciones a la terrible situación económica y social de la ciudad. Al paciente, sin embargo, se le está empezando a terminar la paciencia.
Aunque claro, pronto llegarán las Fiestas de la Virgen Grande, otro agujero negro de la inactividad política, otro mes y medio más -entre actos, eventos, y valoraciones posteriores- sin otra actividad importante.
Torrelavega necesita un revulsivo y lo necesita ya, antes de que el enfermo respire sus últimas bocanadas de oxígeno.
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