Calderón Ciriza, contra las cuerdas
{xtypo_dropcap}L{/xtypo_dropcap}a situación económica y social es tan crítica en Torrelavega, que la figura del alcalde, Ildefonso Calderón Ciriza (PP), está contra las cuerdas, presionado por la lógica indignación de trabajadores sin trabajo, de desempleados sin subsidio, y jóvenes sin futuro condenados a la emigración de una ciudad que se muere.
La alcaldía de una ciudad conlleva muchas y fuertes responsabilidades, entre ellas no solo está presentar ferias gastronómicas, sino gestionar y gobernar para los ciudadanos, no de cara a los medios de comunicación.
La presión social en un contexto de crisis es como una olla a presión: si se crea demasiada presión hay serio riesgo de explosión, de caos. La evidente inactividad del equipo de gobierno para contribuir a solucionar problemas tan acuciantes como el paro en la ciudad, está enervando los ánimos de la ciudadanía, cada vez más indignada.
Los últimos acontecimientos (pleno del día 1 de octubre celebrado en solitario por el PP en actitud tildada como «antidemocrática» por la oposición) y el encierro de trabajadores de Sniace en el Ayuntamiento de Torrelavega, obligados a no recibir comida ni agua, dejan poco espacio a la esperanza sobre un cambio radical de actitud que ayude a aliviar la presión en vez de aumentarla.
Para evitar la explosión social, que avanza a pasos agigantados, es necesario aplicar una válvula de escape, que pasa irremediablemente por el cambio profundo de gobierno municipal.
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