La última salida de tono del presidente de Cantabria Ignacio Diego en su visita al Hospital de Sierrallana debería hacer recapacitar al presidente cántabro, o a sus asesores. Arrancar carteles reivindicativos no es una actitud válida para un presidente, señor Diego. A usted, y a cualquier representante público, le va en el sueldo aguantar las críticas.
Cuando Torrelavega se encuentra prácticamente sumida en una extremadamente tensa situación social y laboral por culpa de la crisis, a punto de arder, lo que no puede hacer quien ostenta el cargo público de mayor rango en la región es echar gasolina.
Porque quizá un día se produzca una chispa y todo empiece a arder de verdad, y entonces todos nos echaremos las manos a la cabeza. Pero no podremos olvidar las actitudes que nos llevaron al incendio, o lo avivaron echando gasolina.
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