¡Qué febril la mirada!, que diría el tango de los 20 años, pero aquí son más, que son el doble, desde aquél 27 de Junio de 1.973 cuando los entonces príncipes (hoy Reyes), visitaban una Torrelavega vestida con sus mejores galas para inaugurar el MNG, la «cuadrona», acompañados de encopetados ministros para poner en marcha la más importante sede pecuaria de Europa.
Muchas leyendas han circulado desde entonces sobre cómo se consiguió complpetar un presupuesto que se disparó exageradamente sobre lo previsto, pero la obra estaba en marcha. Era imparable.
Y miren hoy. No hará falta entrar en detalles sobre datos técnicos, fechas, autores del asunto y demás porque, entre otras cosas, a éstas alturas nos han volcado todo tipo de información que si la repetimos, correriamos el riesgo de aburrir. Y no es el caso. Al menos, en intención.
Pero sí cargaré las tintas sobre el «alma mater» del Ferial que debe servirnos de orgullo. Sí, porque en aquellos tiempos uno tenía que pelear con la información a todos los niveles para poner al día lo que allí había ocurrido, estaba ocurriendo e iba a ocurrir. Y se lo tenía bién trabajado. Y sabía muy bién lo que había.
Había un Alcalde, un torrelaveguense que se empeñó en conseguir lo que entonces era una especie de quimera, pero que no cejó en el empeño.
Se llamaba Jesús Collado Soto y rigió los destinos desde 1.957 hasta 1.974 desde la Alcaldía. Con sus más y sus menos (como todos, pero mucho menos que ahora, en lo que sus «menos» se refiere), dejó huella con un proyecto al que dedicó buena parte de su vida.
Hoy, lo tiene reconocido con su nombre que se dió al recinto. Y ahora, en el 40º aniversario, los actos conmemorativos se han distinguido por un… ¿protocolo? con muchas lagunas. Todo deprisa y corriendo. Con invitaciones a salto de mata y ausencias; demasiadas ausencias no sé si por dejadez, desconocimiento o simplemente pocas ganas de compartir «cosas». Pero muchos echamos de menos un mínimo de atención. Será por falta de… (aquí, pongan ustedes lo que quieran).