Más de veinte años después, volvemos a ver a un grupo de trabajadores tras la verja, defendiendo su puesto de trabajo y recibiendo la visita y el apoyo de sus familiares, amigos y ciudadanos.
La lucha de los trabajadores de Sniace va mucho más allá de la defensa de 533 empleos: es un símbolo que entronca con la memoria histórica reciente de todo un pueblo.
Esa lucha está relacionada con varias generaciones, se da la circunstancia de que algunos trabajadores ya participaron en el primer encierro, y vuelven a participar en este segundo encierro. Nuevamente se comunican hacia el exterior a través de la verja.
Incluso hay quienes participaron como manifestantes en aquella multitudinaria movilización de los 90, cuando iban al instituto, y hoy informan de ella como periodistas.
Queda claro que la lucha de los trabajadores de Sniace pesa mucho, nos afecta a todos y esa vida, vista a través de la verja, nos recuerda que tenemos una deuda moral con nuestros recuerdos. Una deuda moral con la lucha a través de una verja.
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