El presidente de Cantabria, Ignacio Diego (PP), tiene una relación complicada con Torrelavega. Parece que a Diego no le gusta la capital del Besaya. Visita poco Torrelavega y, en las últimas semanas, ha emitido inaceptables declaraciones contra la segunda ciudad más importante de Cantabria. En concreto, Diego afirmó que había empresarios que no querían invertir en Torrelavega por miedo a la «crispación» y por falta de «paz social», en referencia a las manifestaciones de diversos colectivos de trabajadores que se enfrentan a un futuro muy complicado.
Lejos de rectificar, Diego añadió que se disculparía con Torrelavega «por decir la verdad», una expresión que vuelve a profundizar en la herida abierta con sus primeras declaraciones. Estas expresiones realizadas por quien debería ejercer como presidente de todos los cántabros, y no solo como el presidente de Santander, han causado un profundo malestar en Torrelavega, palpable en muchas conversaciones ciudadanas.
El presidente debe cesar en sus ataques contra Torrelavega, y su gobierno debe ponerse, de una vez, a trabajar por sacar a Torrelavega de la grave situación económica en la que está ubicada tras décadas de dejadez política.
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