La Zona de Bajas Emisiones (ZBE) es una imposición europea para las ciudades de más de 50.000 habitantes, una iniciativa que está generando un fuerte rechazo en Torrelavega.
Ciudadanos y comerciantes están expresando su oposición a la implantación de unas zonas en el centro de Torrelavega a las que solo podrán acceder vehículos con determinadas pegatinas de baja contaminación.
Esto supone, en la práctica, que miles de vehículos viejos no podrán acceder al centro de Torrelavega.
El comercio de Torrelavega lleva tiempo sufriendo la salvaje competencia del comercio electrónico, que apenas paga impuestos ni genera puestos de trabajo, mientras que nuestros comerciantes se ven abrasados por una fiscalidad voraz. A esto se suman las grandes superficies, que ofrecen la comodidad añadida del aparcamiento gratuito.
Torrelavega fue en épocas pasadas una ciudad con altos niveles de contaminación, pero esa situación desapareció hace años y la capital del Besaya tiene hoy unos índices excelentes de calidad del aire. No parece entonces que la implantación forzada de la ZBE, que se ha vinculado a la recepción de 3,5 millones de euros para varios proyectos como, entre otros, el parking en altura de La Carmencita, esté justificada por los niveles actuales de contaminación en Torrelavega.
Tampoco podemos olvidar que las obras del soterramiento de las vías de FEVE a su paso por Torrelavega empezarán en fechas próximas, y eso dejará sin funcionamiento a la estación de tren que existe en el centro de Torrelavega, con lo cual las personas que no pueden acceder a la ZBE en coche, tampoco podrán hacerlo con la alternativa del tren.
También hay quien sugiere que desde pueblos cercanos se utilice la bicicleta para llegar hasta Torrelavega, pero hay que ser razonable y entender que hay muchas personas mayores o con movilidad reducida, además de la circunstancia ineludible de que en Cantabria llueve mucho y en la práctica la bicicleta no es una alternativa de movilidad realista.
La ZBE aplicada con dureza a una ciudad como Torrelavega, que recibe visitantes y compradores de muchos pueblos de la comarca, supondrá un puñal en una de las arterias económicas básicas de la capital del Besaya.
Si la ZBE no se frena, o si se aplica con la clasista dureza que marginará a los pobres que no pueden comprar un coche nuevo, se pondrá desde Europa un clavo más en el incierto futuro económico de Torrelavega.
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