amos a crear un escenario hipotético, donde cualquier parecido con la realidad mediática de Cantabria será pura coincidencia.
Pongamos que tenemos un ‘emporio’ mediático compuesto por varios medios distintos, incluyendo un periódico impreso, todos ellos sufragados casi exclusivamente por la publicidad institucional que el gobernante de turno tiene a bien otorgar a dicho grupo de medios.
Pero la crisis, que afecta igual de fuerte a todos los ámbitos incluyendo lo público, arrastra a eliminar o racionalizar con coherencia aquellos gastos que se pueden considerar ‘prescindibles’. Y es entonces cuando nuestro emporio comienza a tambalearse, con tan peligrosa rapidez como floreció la bonanza en su momento de la nada. En épocas de ‘vacas gordas’ es lícito enriquecerse, de forma honrada, si se generan puestos de trabajo acordes a los beneficios conseguidos y la riqueza se reparte y no se acapara. Pero resulta que llega la época de ‘vacas flacas’ y lo primero es dejar de pagar nóminas o reducir los puestos de trabajo.
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