Torrelavega: manifiesto 25N

MANIFIESTO 25N
«El 25 de noviembre es un día que nos atraviesa como sociedad con la conmemoración del día internacional de la eliminación de violencia contra las mujeres, una fecha de memoria, de denuncia y de compromiso, una jornada para recordar a todas las mujeres asesinadas a manos de la violencia machista, para acompañar a las supervivientes y a sus familias y un día de determinación colectiva para renovar nuestro compromiso con una vida libre de violencia para todas las mujeres y niñas. La violencia de género es la expresión más extrema de una desigualdad histórica, es una violación de derechos humanos, un ataque directo a los valores democráticos y a la dignidad de las mujeres. Se trata de una violencia estructural dirigida hacia las mujeres por el mero hecho de serlo.
No es un fenómeno aislado, es un problema de Estado y combatirlo no es sólo una responsabilidad política sino un imperativo ético. Las mujeres víctimas de las agresiones machistas no son cifras o datos estadísticos sino personas en peligro sometidas a un sufrimiento extraordinario. Necesitan sentirse seguras y protegidas en su entorno y debidamente amparadas por las instituciones.
Sean dos, cien, mil o un millón, cada una de esas mujeres es suficiente para que los poderes públicos actúen con determinación y contundencia. Todos los demócratas hemos estado en los grandes consensos contra la violencia de género, pero no hicimos ni debemos hacer bandera de ello porque esta lucha no admite apropiaciones ni exclusiones. Nuestro compromiso contra la violencia machista es irrenunciable y no se debe limitar a las palabras sino sustentarse en los hechos.
La sociedad ha avanzado con firmeza en esta lucha gracias a una política pública sostenida, un marco legislativo robusto y una red de alianzas institucionales y sociales que ha resistido incluso en los contextos más adversos. Este año conmemoramos además un hito decisivo como la renovación del pacto de estado contra la violencia de género aprobado con amplio apoyo parlamentario. Este nuevo acuerdo amplía el número de medidas, reconoce nuevas formas de violencia, la económica, la digital y la vicaria y refuerza su dotación presupuestaria para los próximos cinco años.
Se ha impulsado una ley orgánica de medidas frente a la violencia vicaria que por primera vez reconoce como delito autónomo este tipo de violencia que se ejerce contra las mujeres a través de sus hijas e hijos. La violencia vicaria es la forma más cruel de violencia machista ataca donde más nos duele, nuestros niños. Hoy más de 1.400 menores están en riesgo según el sistema de seguimiento integral de violencia de género.
Legislar sobre esta realidad era un clamor social. Con esta ley se busca visibilizar, prevenir, sancionar y erradicar esta violencia, situando a nuestras ciudades en la vanguardia de la igualdad y reafirmando algo esencial, estamos con las víctimas, nunca con los agresores. La violencia contra las mujeres atraviesa todos los ámbitos, también el del trabajo, afectan a la vida laboral de las trabajadoras, su seguridad, su salud y sus derechos.
Por consecuencia, también nos toca trabajar desde el ámbito sindical por las trabajadoras y especialmente por las mujeres mayores, a menudo invisibilizadas, que en ocasiones se han visto obligadas a soportar durante años situaciones terribles, sin encontrar los recursos necesarios para romper el círculo de la violencia. El acoso sexual o el acoso por razón de sexo son también formas de violencia hacia las mujeres que se dan en el ámbito laboral. Una realidad que una vez más es invisibilizada, que miles de mujeres siguen sufriendo en empresas y centros de trabajo.
Debemos luchar cada día y trabajar sin descanso para prevenir estas situaciones y establecer protocolos para formalizar con garantías los procesos de investigación de los casos, la atención a las mujeres y la sanción a los acosadores, siendo un objetivo sindical fundamental erradicar estas prácticas y conseguir espacios laborales libres de todas las formas de violencia contra las mujeres. Es una realidad que debemos visibilizar, denunciar, prevenir y erradicar. La realidad nos obliga a no bajar la guardia.
44 mujeres, un joven, un niño y dos niñas han sido asesinadas este año. Desde 2003 son 1.327 las vidas arrebatadas. Desde 2013 65 menores han sido asesinados en contextos de violencia vicaria y 485 niñas y niños han quedado huérfanos.
Detrás de cada cifra hay un nombre, una historia, una familia rota. No hay espacio para la indiferencia ni para la equidistancia. O estamos con las víctimas o alimentamos al silencio que las desprotege.
Frente al negacionismo y los discursos que trivializan el dolor de las mujeres reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con el avance de las políticas públicas que protejan y reparen a las víctimas, que impidan cualquier forma de retroceso y que garanticen una respuesta integral, eficaz y especializada. Es necesario seguir invirtiendo en prevención, educación, formación, atención especializada, protección institucional y justicia con perspectivas de género, así como seguir trabajando para que se apruebe la ley de violencia vicaria y para que el pacto de estado contra la violencia de género se cumpla y se implemente de forma efectiva. Somos plenamente conscientes de que el contexto nacional, europeo e internacional exige estar alerta.
Crecen discursos autoritarios que cuestionan consensos fundamentales sobre los derechos de las mujeres. Defender la igualdad y combatir la violencia machista es defender la democracia. Negar esta violencia es acreditar a quienes trabajan con las víctimas o faltar respeto a las mujeres asesinadas no sólo es inaceptable, es profundamente peligroso.
No permitiremos que se ponga en juego la igualdad, la libertad ni la seguridad de las mujeres. Nos encontrarán siempre junto a las víctimas y con todas las personas que defienden una sociedad justa, libre y democrática. Hoy, como cada 25 de noviembre, nos unimos a la llamada de Naciones Unidas y reafirmamos un compromiso que es político, pero también vital.
No retroceder ni un milímetro, porque es posible y es nuestra obligación acabar con la violencia contra las mujeres y porque cada vida salvada es la mayor victoria de una sociedad democrática. Frente a la violencia contra las mujeres, ni un paso atrás».
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